Pronunciar a DIOS hoy en día es una invitación a un sin fin de debates sobre su existencia, en donde impera la necesidad de demostración y validación como si de una hipótesis se tratara. Y es que hablar del Creador del universo será siempre tan complejo como hablar de la muerte.
A Dios no hay que buscarlo con el entendimiento de la razón, parte de su esencia está presente en nuestra realidad, lo material y tangible. Pero, su raíz primordial habita en un espacio invisible ante nuestros ojos. Hablar de lo inmaterial, de lo no perceptible es todo un desafío que requiere de otro tipo de entendimiento y comprensión.
Cuando hablamos de comprender la esencia del creador, nos referimos a un constructo que vamos edificando según nuestras experiencias físicas y espirituales. Todos en algún momento hemos tocado dimensiones inexplicables, a las que les hemos dado la espalda inconscientemente por la mecánica de la vida, por la ignorancia o por temor. Negamos una dimensión espiritual, tan real, llena de verdad e información para nuestra evolución y crecimiento como seres divinos que somos.
En este texto, trataremos de explicar cómo actúa la presencia de Dios en nuestras vidas, cómo es su esencia y su espíritu, y cómo impacta en nuestra elevación de conciencia, muchas veces, sin darnos cuenta.
Analicemos la palabra “AQUÉL” de la porción de gálatas 3:5.
“Aquél” en hebreo es הזה (Hazeh) y lleva impresa en cada letra, las dimensiones en las que opera el Creador. Encontré en esta palabra una representación general de la dinámica de la vida, lo que la cábala llama “el flujo del árbol de la vida”.
La primera letra, es la letra HEI (H), y se repite al final también. Entonces, si visualizamos la palabra de nuevo, observamos que a la derecha y a la izquierda está la misma letras hebrea unida por la letra TZADI (Z).
Acompañándonos con el dibujo compartido abajo, comencemos a revelar a ese “AQUÉL” הזה (Hazeh) de Gálatas 3:5.
El hombre experimenta el mundo a través de los 5 sentidos. La letra “HEI” tiene gematría 5 y simboliza la presencia del creador, la esencia de la vida y la mano divina de la fuente creadora. El hombre tiene dos manos, derecha e izquierda, y en cada una de ellas 5 dedos. Todas estas relaciones entre lo superior y lo inferior, entre lo divino y la materia reposan en principios espirituales, teológicos y bíblicos. Somos a imagen y semejanza del creador y como es arriba, es abajo.
Entonces, podemos decir que la letra HEI (H) es la mano de Dios en la acción de “dar” y de “recibir”. Dos acciones, en dos lados, la derecha (da) y la izquierda (recibe). El lado derecho es la misericordia, mientras que el izquierdo es la rigidez. Ambos vienen de la misma fuente de origen, de Dios, del infinito. Y ambos actúan a favor de nuestra corrección y elevación de conciencia. (ver gráfico)
El hombre sentirá más rigidez (lo malo) o más misericordia (lo bueno) en tanto existan fuerzas en él, que inclinen la balanza para un lado u otro. Esas fuerzas son matices que van desde los deseos más egoístas y primitivos, hasta los más bondadosos y desinteresados. Ningún extremo es bueno, el ego no piensa en el otro y el desinteresado no piensa en sí mismo.
Esto me da pie, para mencionar un principio espiritual que explica que todo trabajo de transformación, empieza con una comunicación interna antes de salir al mundo, e interactuar con el exterior, y me refiero al principio: “De lo particular a lo general”.
Llevamos en nuestro interior una semilla que germinará cuando le prestemos atención, cuando reconozcamos nuestras debilidades, nuestros errores y hábitos que nos desconectan con la coherencia existencial. El desorden y el desequilibrio en las diferentes dimensiones del alma son la causa de enfermedades o bloqueos que impiden el fluir de la energía vital en nuestras vidas.
Dios, es una esencia que habita en nuestro interior y mientras no conectemos con su espíritu, no despertaremos las fuerzas ocultas, divinas y transformadoras para sanar, crecer y llegar a nuestro máximo potencial, es decir, a nuestra divinidad.
Observemos ahora (en el gráfico) la letra que une ambas “HEI” (H), la letra” TZADI FINAL” (Z). Esta letra simboliza a los “justos” que logran unir el mundo físico con el mundo espiritual, el mundo de arriba y el mundo de abajo, el lado derecho con el lado izquierdo. Su valor numérico es 900, pero si sumamos y reducimos la cifra, obtendremos, un valor de “9” y este número espiritualmente simboliza los meses de gestación de un bebé. Nos habla de un ciclo de formación antes de la transformación o nacimiento. Nueve meses en unión y comunión con la madre, la dadora de vida, que para mantenerlo vivo dentro de su vientre, tuvo que ceñirse a ciertos cuidados, limitar, restringir y ordenar acciones (hábitos) para ser capaz de traerlo al mundo.
Así mismo, actúa el espíritu de Dios en nosotros. El ser humano tiene las fuerzas del “uno” habitando en su interior, somos ese feto en proceso de crecimiento y para lograr nuestro nacimiento (a una nueva realidad), debemos activar las fuerzas divinas, cada una de ellas circunscritas en el universo y sus leyes, en postulados espirituales y místicos que nos ayudan en la comprensión sistémica de la vida.
El Conocer los fundamentos divinos para crecer y movernos hacia estados superiores de conciencia, irán dando forma a ese “justo” (TZADI) que camina en la verdad, en el servicio, la humildad y la humanidad. Un lugar de entendimiento tan elevado que al revelarse, todo, absolutamente todo, lo que acontezca en nuestras vidas, tendrá sentido, propósito y misión.
Con todo lo mencionado anteriormente, podemos develar entonces, quién es “AQUÉL” en la porción de Gálatas 3:5. “AQUÉL” es Dios, el principio. Es la fuente de origen de luz eterna que al descender al mundo de la materia (la tierra) se va densificando, percibiendo así, la dualidad y los opuestos, fuerzas de misericordia y de rigidez para la corrección del alma y la elevación de conciencia. Dios no castiga, la rigidez con la que percibimos ciertos acontecimientos son producto de nuestras decisiones y elecciones desconectadas de nuestro mundo interior.
Podemos agregar también que, “AQUÉL” es una fuerza cosmogónica que busca el conocimiento de Dios a través del autodescubrimiento, la corrección y el estudio de los fundamentos divinos ocultos en la Torah (Los primeros 5 libros del antiguo testamento). Preceptos que dan forma a un ser con consciencia universal sin que éste, pierda su individualidad en el cosmos.
Finalmente, podemos decir que, quién trabaja en su interior está edificando su espíritu a imagen y semejanza del creador. ¡Maravilloso! nosotros mismos somos capaces de suministrarnos el fuego eterno, la vida eterna, la llama divina que nunca morirá ¡“AQUÉL” eres TÚ!
El poder está en ti…en mí…en nosotros…
¡Somos EJAD!
Descubre la fuerza que esconde esta palabra hebrea en el siguiente podcast y empieza a entrenar a ese maestro constructor que une los cielos y la tierra. Que Dios te bendiga.